¿Siempre llevó punto la i?

Pues no. La adición del punto data del siglo XVI, cuando se extendió entre los copistas el uso de los caracteres góticos. Resultaba fácil confundir el grupo ii con la u. Dos íes minúsculas seguidas eran frecuentes en latínse con la u cuando dos íes iban seguidas en la escritura (ii). Para evitar esta confusión se introdujo la costumbre de poner encima unas tildes, acentos o virgulillas. Este uso se extendió hasta la i sencilla. Estos acentos o virgulillas pasaron a ser puntos a principios del siglo XVI. Este cambio causó cierta polémica: algunos copistas estaban a favor y otros en contra. A los que estaban en contra les parecía que los otros eran demasiado quisquillosos. De este interés por la claridad viene la locución "poner los puntos sobre las íes", que significa hablar con determinación y claridad de un asunto.