Mayúsculas: historia de una invasión
- plf684
- 8 abr 2015
- 1 Min. de lectura

El uso de las mayúsculas se extiende por doquier. Resulta ser hoy día uno de los recursos estrella cuando se quiere llamar la atención sobre algo. Pero no solo eso: en un hospital encuentras una invitación a guardar silencio en mayúsculas, en el ascensor de tu casa aparece una convocatoria de reunión completamente en mayúsculas, alguien se oferta como canguro y usa la mayúscula en todo su texto... Sus hermanas pequeñitas, las minúsculas, parecen no ser suficiente reclamo. En Internet (supongo que much@s lo sabréis) existen lo que se llama netiquetas: una de ellas dice que un texto escrito todo en mayúsculas indica que estamos gritando. Como no creo que lo que queramos es gritar todo el tiempo, evitemos en lo posible el uso de palabras escritas por completo en mayúsculas. En el título de un texto sí está justificado, pero no en el cuerpo. ¡Ah! Otra cuestión. Las mayúsculas, igual que las minúsculas, llevarán tilde cuando sea necesario. Resulta descorazonador ver cómo se salta a veces a la torera esta regla, usando quizás el argumento de que no es estético. Particularmente sangrante es este cartel que luce en los hospitales andaluces. Parece que arriba no quedaba bien, pero abajo sí.
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