top of page

Nunca tres letras tuvieron tanto éxito

  • Foto del escritor: plf684
    plf684
  • 1 abr 2015
  • 2 Min. de lectura

998470_586100288103598_750502317_n.jpg

La omnipresencia del inglés en nuestra vida diaria parece no tener límites: anuncios en televisión con textos en inglés, rótulos de tiendas con el genitivo sajón (Pepe’s bar), envases de productos de todo tipo con eslóganes en esa lengua...

La publicidad, por llamar la atención, hace uso de cualquier recurso, aunque sea a costa de convertirlo en un coladero de palabras extrañas. Y el ciudadano despistado acaba creyendo que repetir tanto anglicismo le da un toque de modernidad y cosmopolitismo. Desde hace un tiempo se ha instaurado la moda de añadir a palabras de uso normal la terminación inglesa -ing. Cualquier palabra, tenga la terminación que tenga en español, es susceptible de convertirse en algo diferente y más molón si se hace terminar en -ing, por lo visto. De un programa de televisión de dudoso gusto, “Gran Hermano”, nos ha llegado el edredoning. Los participantes en este concurso, que viven durante semanas encerrados en una casa repleta de cámaras y micrófonos ocultos –y no tan ocultos–, desfogan a veces sus necesidades amatorias cubriéndose con el edredón de la cama. Las cámaras captan los sinuosos movimientos del cobertor y los micrófonos apuntan algunos gemidos ahogados: es el edredoning, quizá las escenas que más adictos proporcionan al programa. Otro anglicismo 'made in Spain', mucho peor, por las graves consecuencias que genera, es el balconing. Un determinado tipo de turistas jóvenes, por lo general de procedencia británica, toman ciertas zonas de las islas Baleares y de la costa mediterránea española como lugar ideal para vaciar el poco sentido común que les queda. Su programa de vacaciones: sol, playa, borrachera, bronca y..., si todavía les quedan ganas de emociones más fuertes, balconing. Es muy sencillo. Se trata de saltar desde el balcón a la piscina del hotel o de andar de balcón en balcón hasta dar con la habitación de los amigos. Por supuesto, la borrachera facilita el accidente, que muchas veces es mortal. En cuestiones de adrenalina, hay también algunos deportes que acaban en -ing, como el puenting: arrojarse al vacío desde un puente con los pies atados a una cuerda resistente, sujeta a su vez a algún anclaje seguro. Si los intrépidos saltadores sustituyen la cuerda anterior por otra elástica, tipo goma, veremos entonces que están practicando goming. Muy al contrario de los desgastes de adrenalina está lo que podría considerarse un deporte innovador y, salvo advertencia del cardiólogo, muy relajante y placentero: el tumbing, que no es otra cosa que tumbarse, estirar las piernas y no hacer nada hasta que el cuerpo aguante o la mente quede definitivamente en blanco. Algo menos peligroso es el zamping, derivación obvia del coloquialismo 'zampar', es decir, comer y beber apresuradamente o con exceso. Y lo mismo podría decirse del cervecing o del drinquing, este último con un abanico de especialidades más amplio e indiscriminado; o el compring, que en ambientes juveniles viene a sustituir a otro anglicismo absolutamente innecesario: el shopping. Como se ve, esta manía puede ser interminable. A cualquiera le pueden proponer ir de playing, hacer soling y acabar el día de juerguing. Y todos tan contentos.


 
 
 

Comments


Entradas destacadas
Entradas recientes
Síguenos
Búsqueda por etiquetas
Archivo
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square

 © 2011 micorrector.es todos los derechos reservados.

bottom of page